Vamos a comenzar el año con un objetivo claro que podemos grabarnos a fuego. Nuestros hijos e hijas tomarán las riendas de su propia vida y nosotros les acompañaremos. Es el momento de estar a su lado para ayudarles a descubrir cuáles son sus fortalezas y debilidades.
En la adolescencia hay momentos que parece que pueden con todo, que lo saben todo, que no necesitan ninguna ayuda, pero es sólo apariencia, propia de la inmadurez que les va acompañar en los próximos años.
Nuestros adolescentes poco a poco se van a ir encontrando con diferentes dificultades que deben ir superando; esto les va a ayudar de forma positiva a crecer como personas.
Si desde el comienzo, les hemos enseñado que equivocarse es un aprendizaje, esto les dará confianza y seguridad en sí mismo. Herramientas necesarias para su crecimiento.
Se trata de que adquieran un entrenamiento para aprovechar las circunstancias de lo que no les sale como ellos esperaban. De la frustración hay que sacar consecuencias positivas. Preparemos a nuestros hijos para la vida y no la vida para nuestros hijos.
Tim Elmore, escritor y formador, nos dice que ve una generación de familias que nos esforzamos en hacerlo bien, y enumera tres errores que realizamos sin querer:
Porque estamos en una sociedad que creemos que la seguridad es prioritaria y no queremos que nuestros hijos e hijas asuman ningún riesgo.
Pero asumiendo riesgos es la manera de aprender.
A veces la edad biológica es normal, pero la emocional es menor porque nunca se les ha permitido fracasar que es cuando realmente se aprende
Las familias siempre estamos rescatando a nuestros hijos e hijas, vamos a negociar su nota, a veces hablamos con el profesor. Tenemos que dejar de rescatar tanto, que nuestros hijos crezcan y negocien por ellos mismos.
Vivimos en una época que queremos que nuestros hijos e hijas tengan una buena autoestima, pero la autoestima no se construye sólo elogiándolos, hace falta conseguir algo, es necesario el elogio y el logro.
Tenemos que dejarles hacer lo que deben hacer, y en vez de decirles que son fantásticos por meter un tenedor en el lavavajillas, debemos darles las gracias por hacerlo y reservar el elogio para aquellas cosas que realmente destaquen.
Estamos en un momento que les damos trofeos sólo por jugar, por hacer acto de presencia.
Tim Elmore con su gran experiencia nos dice, “creo que debemos premiar adecuadamente porque los niños piensan. El premio no significa nada si lo das sólo por hacer acto de presencia porque pueden pensar: con ir al trabajo basta, mi jefe me premiará…, pero no funciona así.”
Si queremos que nuestros hijos e hijas sean felices debemos enseñarles a disfrutar en esta vida sin olvidar que se van a encontrar con el dolor, las dificultades y los problemas ya que forman parte de la vida humana.
Por eso no podemos quitar “todas las piedras” que se van encontrando en el camino, debemos dejarles que se las vayan encontrando y tropezándose con ellas porque es la forma de que las puedan saltear o caerse y nosotros estemos a su lado para que se puedan apoyar y levantar.